Yelmo Chico

Sierra de Segura, Andalucía, Spain
17 de abril de 2010

Es uno de esos días primaverales en los que las nubes se alían con las montañas y la luz para regalarnos espectaculares estampas. De camino a la aldea de la Capellanía, he tenido la suerte de ver el arco iris  adornando un Yelmo envuelto por la niebla.

Despierta el Yelmo

Llego a la Capellanía. Bajo del coche. Me dispongo a sacar las cosas y  tres perros se abalanzan sobre mi. Me llego a asustar porque son realmente molestos y uno de ellos parece agresivo. Con tres gritos los espanto y me libro -temporalmente- de ellos.

La Capellanía.

Parece que he capeado el temporal. De todos modos me agencio un buen palo por si las moscas. Efectivamente todavía no he enfilado el carril que sube al Yelmo Chico y ya tengo de nuevo a los chuchos haciéndose notar de mala manera. Ladran y se lanzan en carrera hacia mi, pero consigo espantarlos con mi rudimentaria arma.

Hornos emergiendo de la niebla.

Dejo atrás el cruce que lleva a la Fuente de los Ganados. El carril sigue subiendo y se estrecha hasta el punto de que por momentos se convierte en una senda. Me asomo a los cortados que se se desploman sobre la Garganta de Hornos. El paisaje queda adornado por caprichosas formas rocosas que irremediablemente me recuerdan a las Penyes Monteses de l’Alberri de la Sierra de Mariola.

Formaciones rocosas posando para la foto.

Los perros se vuelven a acercar amenazantes. Se están convirtiendo en una auténtica pesadilla en esta excursión. Al final se me ocurre una cosa: Pienso…  si no puedes con tu enemigo, mejor únete a él. Y dicho y hecho. Llamo a los canes y les doy algo de fiesta. Se ponen tan contentos moviendo sus alegres colas. Definitivamente me los he metido en el bolsillo.

Encuentros y desencuentros caninos.

A partir de aquí la historia cambia. Ahora casi no se despegan de mi, pero con otras formas menos amenazantes. Ciertamente un perro es un buen compañero cuando se sale solo al monte. Voy caminando y pensando que me vendría muy buen un animalito de estos para salir a la sierra. Sin embargo esa idea se me viene abajo cuando pienso en la cara que me pondría Elena si se lo propusiera.

El Tranco

El Tranco aparece ante mis ojos, también los campos de olivos de la inmediaciones de Hornos. El campo esta verde, el Tranco a rebosar de agua. Las nubes bajas enmarcan la estampa.

El olivar en primavera.

Completo la vuelta al Yelmo Chico y me acerco a la Fuente de los Ganados para sentarme a comer algo. Me encanta este enclave tan solitario y acogedor. Me acerco a la construcción cercana para hacer unas fotos. Después de descansar un poco, salgo de vuelta a la Capellanía acompañado de mis fieles amigos.

Un buen lugar para perderse unos meses.

Llego a la aldea. Aquí la vida ya ha despertado. Un gitano llama a los perros, ese debe ser su dueño. Llega un matrimonio en un viejo Land Rover, me saludan y se meten en la casa. Una escoba apoyada junto a la puerta, las antenas medio destartaladas, una casa grande pero sencilla, realmente en la Capellanía todo anda así, medio destartalado… seguramente en eso y en el enclave resida su encanto.

Casa de la Capellanía.

fotos

[flickrset id=»72157624937558877″ thumbnail=»square» overlay=»true» size=»large»]

4 comentarios

  1. 2 octubre, 2010
    Responder

    Original excursión Jordi a un lugar que me llama mucho la atención. Enhorabuena por la tanda de fotos que sacaste ese día… todo lo tenías a favor, pero también es necesaria una buena mano y un ojo atento 😀

    En cuanto a los perros, lo que mejor funciona es el agua. Sí sí… si llevas un botellín de esos de la bici y les tiras agua apretándolo se acojonan que da gusto jejeje…

    • 5 octubre, 2010
      Responder

      Pues es un paseo fácil fácil que se puede hacer incluso en bici… anímate que te gustará.

      En cuanto a lo de los perros… no lo sabía, tomo nota. También dicen que venden unos aparatejos que emiten ultrasonidos… tal vez compre alguno, más que nada para cuando voy en bici, que los chuchos le tienen manía a las ruedas.

      saludos!

  2. josé luis fuentes miró
    6 octubre, 2010
    Responder

    Que recuerdos me trae esta ruta………, a tí fueron los perros, a mi hija Clara fue una cabra negra segureña la que le dió un buen susto.
    Las fotos como siempre espectaculares.

    • 6 octubre, 2010
      Responder

      Pues era una de esas rutas que increíblemente tenía por ahí colgadas sin hacer… lo de los perros al final quedó en anécdota, pero podría haber sido más serio de lo que cabe pensar.

      Lo de cabra ya me lo contarás detenidamente un día de sierra… 😉

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.